¿QUÉ HAY DE NUEVO?

Otro día de tantos en casa...
Una nueva fecha con el mismo Santo
Muchas ganas por el festejo
¡Claro!
Sin apartar la eterna y nueva discusión por la plata del año pasado
¡Seguro! ¡Lo seguro!
Hoy también habrá baile del bueno
Un poco de caña o cervezas
¡Da igual!
Lo que sabemos es que al caer la misa
Entregamos las harinas y verduras al padre
Y a bailar...
¡Ah! Sí hay algo...
Lo nuevo será que a esa virgen hoy le joropiamos reguetón parejo. 

(Un amigo muy querido llama a estas situaciones Sur-realismo Mágico)

A veces cae la lluvia... A veces cae la noche... A veces cae la mañana... y hasta la tristeza cae a veces...

A veces endulzan mis ojos

Y es motivo de tristeza


Lo que miraron hoy fue mi tristeza

La de mi amor

De tu valor

De una bella Celeste

Y un torpe jugando al amor de la Princesa


Una vez fue el canto

El de tu voz

No la tristeza

Quien hermoso como tú

Fijó inocente una certeza


Y una pena...


Sólo dulces...

Dulces mensajes


Eso es de poetas...

Necesito que me salves

Que no sólo hables


A veces como hoy

Endulzan mis ojos

Calientan mis pupilas

Y deseo que seas tú quien hables

Que hagas bellos los mensajes


Quien me salves...


¿DÓNDE ESTÁN LOS FANTASMAS?

No me dejan dormir
Ni soñar

No me dejan descansar

¡Me persiguen!

¡Les temo y les enfrento!

Les temo a los sonidos metálicos
De plásticos
De vidrios

Me ensordecen los fríos estilizados

Entumecido estoy ante el verde no verde
Ante el rojo alarmante
Ante un amarillo de espantos

Ante ese temor de confundir la vida y los encantos

Es como una impotencia de niño
Al que todo le cuentan
Le piensan

Es ese tono de asombro que llevo guindado
Que no es mi asombro

¡Mírame!
No sé con certezas de quien son esos ojos

¿Verdad que también son estilizados?

¿Verdad que son verdes no verdes?

¡Azules eléctricos o nacarados!

Mira los amarillos en un ocaso
En un sol de mediodía
 Unos girasoles
Un pájaro
O una minúscula mariposa

¿Lo harías?

Es para reír
¿Has reído?

De unos amarillos así
¿Has vivido?

Yo los busco para combatir al espanto

Y camino asustado de gustos

¿Alguna vez viste al rojo latir de tu corazón?
¡Seguramente los has sentido!

¿Verdad que no asusta?
¿No alarma?

¿Verdad que motiva?
Que impulsa
Que llena

¿Verdad que no espanta?
No da pena

¡Así!
No temas
Abramos las ventanas
¡Solos o encerrados!
No sabremos dónde están los fantasmas
                                                                                                 Luis Lozada

Sociólogos y Religiosos

Primero
Amar a dios y al prójimo por encima de todas las cosas
Como si sus acciones tuvieron algún modesto fin respecto al mundo y sus cosas
Como si la virtud humana naciera de la arbitrariedad divina
Como si la felicidad y las buenas costumbres fuesen la única condición del hombre

¡Tal vez para ellos!
Los que allá en el 1510 alegaban la propiedad del nuevo mundo y sus personas
Pero había tramoya
Aparecía el señor de los cielos poniendo en una hoya
Para servir a los reyes
Riquezas y esclavos a la cacerola

¡Entonces señores!
Explotación
Dios
Valores
¿O manzanas podridas?




                                                                         LUIS LOZADA

EL DISCURSO COMO EXPERIENCIA DE ENCUENTRO: PERSPECTIVAS DE UNA PRAXIS SOCIOEDUCATIVA CRÍTICO-LIBERADORA

Todo poema se cumple a expensas del poeta…

Cuando la historia duerme, habla en sueños: en la frente del pueblo dormido el poema es una constelación de sangre. Cuando la historia despierta, la imagen se hace acto, acontece el poema: la poesía entra en acción.

Merece lo que sueña.

“Puntos de Partida Hacia el Poema”
Octavio Paz, 1950


Antes de centrarme en el tema de este escrito creo necesario relatar, al menos brevemente, algunos de los acontecimientos que en fechas pasadas -y recientes a la vez– vinieron a constituirse en fuerza para que se diera un nuevo impulso en la lucha antiimperialista, por la reivindicación de los pueblos oprimidos de América Latina, del Caribe y el mundo; movimientos que asumo re-surgieron en contextos que nos obligaron y nos obligan a vivir el sueño de Bolívar, el poema de una Patria libre, de una humanidad libre y mejor. Precisamente, al Libertador se refirió José Martí en 1892, al decir que: “…nuestro primer guerrero a nuestro primer político, y el más profundo de nuestros legisladores […] el más terso y artístico de nuestros poetas…” planteó una actividad liberadora para toda Nuestra América; y así lo anotó en la eternidad a partir de su Carta de Jamaica de 1815: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”. En efecto, esta fue la utopía, el sueño, la esperanza a la que dedicó el valiente caraqueño sus fuerzas y poemas hechos acciones.

No obstante, Bolívar fue enfrentado y traicionado, tal cual sucede hoy con nuestro proceso de redención social y la contrarrevolucionaria e ilusiva oposición venezolana que, mezquinamente, y con sus excesos individualistas terminan por sumarse a los intereses del capitalismo globalizado para continuar con sus ilegítimas acciones discursivas en función de generar el caos y retomar el poder. Todo ésto, a expensas del hambre, la miseria, la exclusión y explotación de las grandes mayorías.

Conviene recordar –en este corto recorrido- que durante las décadas de 1980 y 1990, en pleno auge del proyecto neoliberal, del purificado discurso de la sociedad liberal burguesa y todo lo que implicaban los supuestos civilizatorios ofrecidos como argumentos (riqueza, naturaleza, progreso, conocimiento y buena vida), en Latinoamérica nos topamos con el verdadero rostro de esa perversa doctrina; vale decir: el traspaso de los recursos estatales a los grupos acaudalados locales y a las multinacionales, el aumento de las exportaciones para financiar los pagos de las deudas externas, la reducción de los salarios para lograr mayor concentración de capital, el incremento del gasto público de capital favoreciendo a los adinerados, el fomento de actitudes individualistas frente a las colectivas, lo privado frente a lo público, el clientelismo frente a la solidaridad, y por esa vía la polarización de la sociedad entre ricos y pobres. Al respecto, James Petras en su libro La Izquierda Contraataca (2000), destaca unas cifras donde señala que el desempleo y los subempleados –para ese entonces– ascendían aproximadamente al 50% de la mano de obra, y en Venezuela llegaba a un 80%; situación que incluía un alarmante declive de los servicios sociales y de los recursos para los productores locales. Digamos que solo pobreza y sufrimiento era lo que realmente resultaba de las promesas, del discurso de los defensores de la Democracia Representativa.

De allí, el Caracazo (27 de febrero de 1989) sumado a las dos rebeliones militares en la que participaron jóvenes oficiales y parte del pueblo que se manifestaban en contra de la barbarie neoliberal, constituyeron reacciones que entroncadas con la experiencia política, social, económica y cultual de los movimientos revolucionarios y socialistas de los años sesenta y setenta del mismo siglo, sentaron precedentes fundamentales para lo que es hoy nuestra revolución.

Pero hubo que esperar un poco más, primero por la llegada a la presidencia del Comandante Hugo Chávez Frías en 1998; para luego emprender la refundación de la República cuando el presidente dictó un decreto, en Consejo de Ministros, donde llama al pueblo a pronunciarse respecto a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, donde por primera vez este pueblo viniera a tener voz y voto; ahora para transformar el Estado.

Así inició la propuesta:

El sistema político venezolano está en crisis y las instituciones han sufrido un acelerado proceso de deslegitimación. A pesar de esta realidad, los beneficiarios del régimen, caracterizado por la exclusión de las grandes mayorías, han bloqueado, en forma permanente, los cambios exigidos por el pueblo… (Decreto N* 3 mediante el cual se establece la realización de un referéndum para que el pueblo se pronuncie sobre la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. 02 de Febrero de 1999).

Del mismo modo, en el presente, diez años después de haber definido una arquitectura jurídica que protege a la ciudadanía, una Constitución que busca garantizar un estado de derechos y de justicia social; los ataques continúan. Los enemigos de la revolución aunque limitados los espacios de poder público desde donde solían acometer coercitivamente al pueblo en pro de mantener su dominación, siguen utilizando estratégicamente los que aún tienen; y desde luego los que les imponen los representantes del imperialismo yanqui. En ese sentido, los medios de comunicación privados apoyados en lo que se conoce como tecnologización del discurso, producen y difunden cualquier cantidad de textos que no son más que auténticos y perfilados intentos de manipulación simbólica; acciones discursivas en función de desprestigiar al presidente Chávez, al proceso revolucionario, a los Consejos Comunales, a las misiones educativas; en fin a todo lo que huela a revolución.

Saben muy bien los señores de la burguesía que las prácticas discursivas tienen efectos ideológicos de peso que pueden ayudar a producir y reproducir relaciones de poder desiguales entre las clases sociales, las mujeres y los hombres, las mayorías y las minorías culturales y étnicas, por medio de la manera como se representan los objetos y se sitúan a las personas. Entendido eso, crean supuestos falsos y procuran hacerlos pasar como cuestiones de sentido común.

Ahora bien, reconociendo lo general y discontinuo de lo referido hasta aquí, confieso que mi intención –como lo señalé al principio– consistió en aproximarme brevemente a lo que han sido algunos de los hechos que marcaron este despertar de la historia, este proceso de redención social que denominamos Revolución Bolivariana, un proyecto político que plantea la construcción del Socialismo de Siglo XXI como alternativa para saldar la inmensa deuda humana que el Sistema Capitalista, que las diferentes colonizaciones, han adquirido con los llamados “Condenados de la Tierra”, como nombrara Franz Fanon a los oprimidos y excluidos del mundo. Se trata, en síntesis, de reivindicar socialmente a los que por mucho tiempo habíamos sido marginados y explotados por el miserable capitalismo.

En cuanto a la educación –y para darle más sentido a esta introducción- podemos decir que la misma servía para reproducir los conocimientos y el personal requeridos por la ingeniería estructural del capitalismo; al tiempo que se convertía en una suerte de mecanismo o institución para generar y divulgar discursos legitimadores de los intereses dominantes.

Parafraseando al médico, filósofo y educador Aníbal Ponce, la educación en sus diferentes etapas se orientó hacia la formación de individuos aptos para la competencia, según las competencias requeridas por el mercado. Puesto que, ese había sido siempre el ideal de la burguesía reinante: producir, conquistar mercados, aplastar a los rivales; que por ningún motivo se detuviera su comercio. Y si para ello debía arrasarse con poblaciones enteras incorporando como obreros a mujeres y niños, no importaba.

Una muestra penosa, e igualmente perversa, de lo lejos que puede llegar esta lógica miserable, la encontramos en los años florecientes de la estrategia económica, política, cultural e ideológica de subordinación (neoliberalismo); que en favor de sus intereses obligaban a los Estados a convertirse en guardianes de la propiedad privada, en desmedro del sector público. Algo, a lo que en palabras de Casañas (2005:13): “las universidades no escaparon […] y se fueron convirtiendo cada vez más en centros de formación de minorías, de una élite, mientras la masa de jóvenes excluidos crecía…”. Penosa, pues en Venezuela para la época, la deuda en materia de cupos para la universidad alcanzaba el número de 500 mil; y perversa porque previendo lo que serían a mediano y largo plazo los resultados de su proyecto (desigualdad, exclusión y miseria al extremo), descalabro que iba a ser difícil de ocultar en una promesa o apuesta al futuro, no les quedó otra opción que decretar el punto de llegada de la historia: la fatal inmovilidad.

Por tal motivo, en nuestra revolución, en el proceso de construcción del Socialismo de Siglo XXI, la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) (en el marco del proceso de municipalización de la educación universitaria) es concebida desde una visión y misión muy distinta a la que poseen las universidades y la educación tradicionalmente hablando, aquellas que centraban y centran sus esfuerzos en desarrollar en sus miembros las destrezas cognitivas y operacionales adecuadas para cumplir los requisitos laborales dentro de una supuesta organización económica básica: el capitalismo, que utilizaba y utiliza, entre otros aparatos a las familias, escuelas y universidades, para fundamentar y reproducir un modelo explotador-jerárquico laboral. El mismo que en las sociedades construidas a partir de la lógica capitalista, se distingue por promover el individualismo, la competencia desmedida por la acumulación de capital, la corrupción, la discriminación, entre otras calamidades que afectan a nuestra gran sociedad y el mundo entero.

Efectivamente, ante semejante realidad y con el compromiso revolucionario que le convoca, la UBV se enrumba estratégicamente hacia la construcción de una nueva sociedad donde la educación en todas las etapas -y específicamente la universitaria- nos permita crear las condiciones para conocer a un nuevo hombre, para que no se encuadre al ser humano en una determinación deshumanizadora que le niegue las posibilidades de ser sujeto constructor de una mejor vida y una mejor sociedad. Para ello, este proyecto educativo piensa su existencia a partir de la siguiente misión:

La formación integral de estudiantes y profesores que participan de sus procesos educativos como personas dignas, como profesionales competentes y probos, y como ciudadanos con sentido de país, capaces de contribuir con su desarrollo integral en su dimensiones económica, social, político-democrática, cultural, educativa, territorial e internacional, es decir, con la construcción de una sociedad democrática basada en los valores de justicia social, libertad, solidaridad y reconocimiento de las diferencias culturales e ideo-políticas, indispensables a la convivencia democrática, con la creación y sostenimiento de un Estado social de Derechos y de Justicia, con los procesos de cooperación internacional y con la integración latinoamericana y caribeña. (Documento Rector, pag. 46).

De esta manera, convencido de que mi aporte puede ayudar a concretar esta hermosa misión, procedo a describir lo que será la realización del Informe Crítico en torno a lo que ha sido mi praxis socioacadémica como docente en el Programa de Formación de Grado Gestión Social del Desarrollo Local de la Universidad Bolivariana de Venezuela, sede Monagas. Texto que realizo en el marco del Plan Nacional de Formación de Formadores UBV XXI, el cual se desarrolló –en principio- a partir de un enriquecedor proceso de formación ético-político y pedagógico que inició con un curso de sensibilización donde el encuentro, el diálogo de saberes y la pedagogía crítica y radical, guiaron todo el acontecer educativo; para luego concluir con la presentación y defensa de un informe de dicha praxis ante un jurado evaluador que tendrá la tan delicada, contradictoria e importante labor de decidir quién aprueba o no, este extrañamente llamado concurso de oposición.

El trabajo en cuestión, por su condición de crítica-dialéctica y hermenéutica de lo que he vivido y realizado como trabajador académico en la UBV-Monagas, estará ubicado en el Área Académica Pedagogía Crítica y Educación Emancipadora; y se apoyará en una idea fuerza que servirá para orientar y articular las reflexiones durante la tematización y sistematización de las experiencias, me refiero a lo siguiente: El discurso como experiencia de encuentro: perspectivas de una praxis socioeducativa crítico-liberadora. Además, contará con tres subtítulos donde asumiré la reflexión desde distintos momentos y dimensiones en lo que ha sido mi formación y praxis socioeducativa. En fin, será una mirada hermenéutica-crítica, desde la cual pretendo: Develar algunas prácticas pedagógicas que implican la reproducción de relaciones de poder excluyentes en los contextos de la UBV.



Todo sistema educativo constituye un medio político de mantener o modificar la adecuación de los discursos al saber y el poder que llevan consigo.
“El Orden del discurso”
Michel Foucault, 1970

Trazos y retrasos en mi primera formación: una educación bajo la égida del discurso neoliberal.

Alguna vez leí que un maestro dio de beber una droga (agua de eléboro) a un estudiante (Gargantúa) con la idea de que olvidara todo lo aprendido durante su primera experiencia educativa. Al parecer, esa situación en la novela de Rabelais (1483-1553) “Gargantúa y Pantagruel”, consistía en una crítica a la burguesía renacentista y sus pretensiones de educar a los jóvenes borrándoles totalmente la memoria y así la enseñanza recibida a merced del feudalismo católico. Pudiéramos decir hoy: ¡Qué bueno sería contar con tan maravillosa fórmula! Cosa que nos llevaría al error de pensar en la educación como un simple apagar-encender, como un acto autoritario. Es decir, estaríamos en presencia de una práctica educativa enajenante y castradora de las posibilidades que tenemos los hombres y mujeres de soñar, optar, decidir, errar, de intervenir y transformar el mundo. Lo curioso de la historia del escritor francés, y por eso mi reflexión, es que a pesar de los siglos que nos separan de aquel momento reconozco como en mi primera formación un eléboro discursivo se hacía presente de distintas maneras y formas; pero no solo invocando al olvido, sino también con la pretensión de extirpar la esperanza, la convicción de que era posible cambiar el estados de cosas o condiciones que me sometían y reducían a sencillo aparato o mercancía en un mundo dominado por una lógica de mercado.

En este orden de ideas he querido dirigir la mirada hacia el discurso neoliberal, agua del olvido o droga con el que se nos pretendía hacer creer que “…nos encontramos hoy en un punto de llegada, sociedad sin ideologías, modelo civilizatorio único, globalizado, universal, que hace innecesaria la política, en la medida de que ya no hay alternativas posibles a ese modo de vida” (Lander, 2005:12).

Igualmente, y para revisar un poco cómo se manifestó ese discurso en lo que fue mi primera formación universitaria, diré que lo resumo en un ¡Sálvese quien pueda! Ya que esa era una de las sentencias más comunes cuando en una técnica conocida con el nombre de examen se nos exigía memorizar más cosas de la que estábamos acostumbrados a recordar; sobre todo con profesores atentos para evitar que los estudiantes conversaran entre sí, muchas veces ni a ellos ni a ellas mismas se le podía consultar en caso de una duda. También era utilizada cuando los autores -cosa común- que sugería el docente no se encontraban en la biblioteca de la universidad. Cuando en un semestre se nos pedía leer treinta y tres obras de literatura universal, y ni si quiera se consultaba si nos convenía trabajar de esa manera. O cuando por algún motivo no se asistía a una evaluación, se nos hizo creer que no se podía hacer otra cosa que perderla.

Con frecuencia recuerdo el día cuando trabajando como docente en el mismo programa, de la universidad donde cursé estudios, la coordinadora me acusó de utilizar métodos y técnicas de evaluación poco objetivas. Consideraba la distinguida doctora que una sección con cincuenta estudiantes de un primer semestre “generalmente” resultaba en un número muy elevado de aplazados. Asimismo, argumentó que una “materia” como Lengua Española, implicaba una especie de meta imposible para estudiantes jóvenes pertenecientes a programas diferentes al de Lengua Materna. Le faltó decirme literalmente que los llamados atletas, matemáticos, químicos o geógrafos; y lo más penoso, aunque lo hizo en su discurso, le faltó literalmente decirme que los jóvenes estudiantes y estudiantas ni escribían ni leían, y que difícilmente se interesarían o podrían hacerlo. Cosa que me obligaba a aplazarlos.

Por eso, un ¡Sálvese quien pueda!, además de implicar una acción individualista, contenía la idea inmovilizadora de la resignación ante lo que implicaba una realidad que se hacía ver como fija. Y aunque muchos levantamos la mano para oponernos, y sobrevino la esperanza, pronto la represión se hacía presente con sanciones de todo tipo. Mucho tiempo después imaginé la intención y la razón por la cual se decía que los “alborotadores”, los “comecandela”, los “líderes”, los “politiqueros”; resultaban “malos” estudiantes. Nada más que el discurso inmovilizador, la mentira de que no se podía hacer nada para cambiar el mundo.

Desde esta óptica –hoy-, comprendo bien la necesidad de enfrentar ese fatalismo con el cual fui formado, más todavía en la UBV, que como proyecto político-educativo estratégico fue creada para desarticular todas esas relaciones hegemónicas de dominación que encontraron en el aparato educativo la música más silenciosa y efectiva para reproducir los supuestos y valores liberales. Siguiendo a Giroux (2008:237), en la universidad de mi primera formación: “…el vocabulario del neoliberalismo, lo público choca con lo personal y lo personal a su vez, se convierte en la única política existente, la única política con referente tangible o valor emocional”. Situación que convocaba siempre a la competencia, a las salidas individualistas, y a las zancadillas. Vale decir, a creer en el supuesto de que el otro constituía un enemigo.

En ese contexto la producción de conocimientos, su legitimación y circulación se enmarcaban en la búsqueda de la excelencia académica, de un arsenal de saberes acabados y útiles para lograr insertarnos eficientemente en el ámbito laboral. Así, el conocimiento era visto como un útil que “pedagógicamente” debía transferirse a los estudiantes de manera mecánica. Por esta vía el carácter moral y político de la pedagogía se limitaba a un conjunto de métodos para enseñar en términos técnicos e instrumentales; el acto pedagógico consistía, concretamente, en un proceso de transmisión, de reproducción de un sistema legitimador de injusticias y desigualdades.

Puedo decir entonces que mi primera formación transcurre en una constante imaginar la esperanza y vivir la inmovilidad. Lo digo, al ver como había sido informado en cuanto a Gramática Española y engañado en cuanto a Literatura. Engañado porque reconozco que no contaba, frecuentemente, con recursos para obtener el elevado número de obras que nos exigían leer; ante lo que me limitaba a escuchar las interpretaciones que hacía el profesor de turno, y parafrasear algunas ideas para luego ser aprobado satisfactoriamente. Engañado porque la selección de las novelas, poemas y ensayos se decidían en función de desaparecer a los pensadores o las críticas que manifestaran estar radicalmente opuestas al imaginario orden natural de la historia, el orden natural de la vida planteado en el discurso neoliberal. Engañado porque se nos dijo que había una forma de leer los textos que no incluía la lectura del mundo. Lo que lamentablemente nos hacía docentes productores de textos e inmovilidades, que no de discursos de vida, de acciones por la vida.

De modo que, en la separación, la disciplina y la negación, inicia mi primera formación profesional. En la separación y fragmentación de los conocimientos, en la individualización y la norma inmovilizadaza, y en la negación del sueño, la utopía, la esperanza. Por eso he recibido con alegría y responsabilidad el estar en la UBV-Misión Sucre, en formar parte de la revolución bolivariana, con la que creo comencé a leer el mundo: un despertar de la historia, de mi conciencia.



Por los caminos de una Universidad Popular: cuando una praxis educativa supera las acciones discursivas fatalistas.

Si todo cambio radical en el modo como una persona se sitúa en el discurso y el mundo provienen de una revolución política, entonces el filósofo húngaro István Mészáros (2008:44) acierta al afirmar que: “Solamente la más amplia de las concepciones de educación nos puede ayudar a alcanzar el objetivo de un cambio verdaderamente radical proporcionándonos instrumentos de presión que rompan con la lógica mistificadora del capital.” Buen planteamiento, si consideramos que la universidad venezolana durante mucho tiempo fortificó una especie de muralla institucional que se apartaba de la realidad sociopolítica del país, que coartaba a la mayoría de nuestros compatriotas la posibilidad de actuar como sujetos y únicamente nos veía como objetos o mercancías. En esa dirección, la reflexión de este filósofo llama la atención, ya que gira entorno a dos conceptos que nos interesan: “la universalización de la educación y la universalización del trabajo como actividad humana autorrealizadora”. Para ello, él recurre a palabras del líder cubano Fidel Castro cuando revela un principio rector en lo que fue el arduo y efectivo proceso de universalización de la educación en Cuba: el “aquí y el ahora”; como un fundamento relevante para todo lo concerniente a las dimensiones socioeconómica, y sociopolítica en su mayor extensión. En pocas palabras, buscaban cambiar las relaciones materiales de produción y lograr la autotransformación consciente del ser humano.

Se preguntarán por qué inicio esta parte del informe aludiendo al húngaro y con ello al proceso educativo cubano. La verdad lo hago por una sencilla razón, nuestro proceso de municipalización o masificación de la educación universitaria, definitivamente, coincide en algo con aquel, y aunque por estos lados hablemos de lograr el desarrollo endógeno al tiempo que se crean condiciones para el desarrollo humano autogestionario y sustentable, ambos -en su marcha- batallan por acabar con la lógica del capital. Así aparece magistralmente en El Proyecto Nacional “Simón Bolívar” 2007-2013, Primer Plan Socialista de la Nación (PPSN), que en su primera línea dice:

El Proyecto Ético Socialista Bolivariano tiene como misión la superación de la ética del capital, y se centra en la configuración de una conciencia revolucionaria de la necesidad de una nueva moral colectiva, que solo puede ser alcanzada mediante la dialéctica de la lucha por la transformación material de la sociedad y el desarrollo de la espiritualidad de los que habitamos en este hermoso espacio de tierra que es Venezuela. Tal dialéctica debe llevarnos a fundar la convicción de que si nosotros mismos no nos cambiamos, de nada valdría cambiar la realidad exterior. (pág. 16).

En correspondencia con lo anterior, la Universidad Bolivariana de Venezuela enmarcada en el proyecto de municipalización de la educación universitaria, es asumida por un gobierno que define un proceso revolucionario de transformación social donde se exige vincular la práctica y reflexión educativa (la praxis transformadora) con la organización sociocomunitaria. Una vinculación que valorice al pueblo, en el poder local y la economía popular. No en vano pienso en la UBV como una Universidad Popular que viene abriendo espacios para la democratización, pero que igualmente debe reflejar con más fuerzas valores de solidaridad y de reciprocidad en tanto forma alternativa de producción y de consumo. Una educación donde la intervención se asuma dialécticamente con la responsabilidad de cuestionar las relaciones simbólicas y materiales de poder, que siendo desiguales intentan reproducirse matando la esperanza y deteniendo la lucha por la transformación. El Documento Rector de nuestra casa de los saberes no deja que este punto pase desapercibido al señalar que:

…la Universidad Bolivariana de Venezuela asumirá la responsabilidad de participar en la construcción de un país que tiene ante sí los retos de un desarrollo endógeno con claro sentido de justicia social y de consolidación de la democracia participativa como forma de vida política, así como el de insertarse en un mundo globalizado con base en el principio de autodeterminación de las naciones. Responsabilidad que implica, sobremanera, la puesta en juego de una nueva idea de responsabilidad y de una nueva idea de universidad, cuando, como es preciso reconocer, los fundamentos de la universidad que creíamos incuestionables, se han visto socavados, cuando la lógica instrumental instalada en nuestras universidades ha secuestrado sus sentidos éticos, y cuando en ellas predominan el silencio intelectual y el orden escolar. (Prólogo, pag. 10).

Esto nos obliga, necesariamente, a interpelar las ideas, nociones, conceptos y categorías regentes de una racionalidad que fundada en un orden elemental del mundo dio pie para que la maldad y la barbarie se instalaran como cosa común entre nosotros, una lógica que se reprodujo en todas y cada una de las dimensiones humanas y que, lamentablemente, nos guste o no formó parte rectora de las universidades que nos tocaron, de los enfoques, currículas, programas, contenidos, objetivos y técnicas que debemos cambiar. Iniciativas de un presente revolucionario donde adquiere mayor significación la revitalización de la tesis de formación integral de profesionales con profundo sentido de país y al servicio de la integración de la dimensión ético-política en la formación universitaria. Preocupación que debe traducirse en un cambio de perspectivas en relación con lo que hoy significa lograr un buen nivel de formación universitaria, y con lo que debería significar el compromiso con lo público de una universidad que pretende formar no sólo buenos profesionales sino mejores ciudadanos y ciudadanas.

Sería pertinente preguntarnos ahora: ¿Es tan simple como soplar y hacer botellas? ¿Cómo romper con la tendencia predominante -cuestionada a lo largo de este informe crítico- de las prácticas educativas reproductoras y la idea de la pedagogía como un método para equipar a los estudiantes con un repertorio de principios científicos y de conocimientos tenidos como inalterables? ¿Bastaría con decir vamos a ayudarlos a enfrentar la creciente complejidad de su vida profesional y social? ¿Bastaría con reducir nuestra intervención a un acto discursivo que a la larga no trascendiera lo textual? ¡A caso! ¿No haría falta que todo educador arriesgara más y mostrara sus ideas en movimientos, como si actuara el libreto de sus propios sentimientos, sueños y esperanzas? Me refiero a la posibilidad de ver las ideas puestas en prácticas vueltas a la reflexión y actuadas nuevamente.

A este movimiento del pensamiento y construcción del lenguaje propongo el compromiso de la solidaridad con el otro. Compromiso que superando el objetivismo y la compasión que no cambia el mundo, nos permita querer la transformación y movernos en todas las dimensiones para alcanzarla.

Pensemos por ejemplo, en las acciones discursivas de un educador comprometido con el orden dispuesto por el sistema capitalista; él, conscientemente, orientará su acción hacia el mantenimiento de ese orden, reduciendo al máximo las posibilidades de cambio. Al respecto, es válido citar al maestro Paulo Freire, quien decía:

…el educador progresista y el conservador, necesitan actuar con coherencia: el primero, con su sueño de transformación del mundo, el segundo, con su proyecto alienante de inmovilización de la historia; el progresista, inmerso críticamente en formas de acción y políticas pedagógicas coherentes con la comprensión de la historia como posibilidad; y el conservador, acrítico, de derecha o de izquierda, sin esperanzas y carentes de sueños… (2006:27).

Hagámonos otra pregunta, volviendo a la idea fuerza ¿Si no fuésemos los sujetos quienes habláramos y actuáramos sino los discursos histórica y socialmente definidos? ¿Qué haríamos? Con el riesgo de equivocarme yo diría que nos tacaría cambiar la historia haciendo que nuestra praxis socioeducativa, nuestras acciones y reflexiones fuesen reales acciones transformadoras en función de concretar la construcción de esa sociedad que soñamos, de hacer nuestra propia historia, ser: sujetos históricos, políticos y éticos por la construcción de un mundo mejor en y con instituciones justas.

Por consiguiente, necesitamos que los discursos dejen de ser simples textos (condición inmovilizadora y abstracta), pues los que tenemos el compromiso con la liberación no podemos darnos el lujo de esperar y mucho menos quedarnos en la sola contemplación. Tomaré como referencia, para desarrollar la idea, la Constitución Nacional (CRBV), con el siguiente artículo:

La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. […] El Estado, con la participación de la familia y la sociedad, promoverá el proceso de educación ciudadana, de acuerdo con los principios establecidos contenidos en esta Constitución y la ley. (Art. 102, 1999).

Con leer parte de la Constitución, y el mencionado artículo, encontramos expreso que el Estado debe garantizar la educación como derecho social, al tiempo que junto a la familia y a la sociedad garantiza el proceso de educación ciudadana. Todo lo anterior en un estado de derechos que plantea, entre otros: la participación popular, principios de igualdad, libertad, justicia y paz internacional. Diríamos, más que suficiente para ir en dirección de un proyecto educativo transformador, de una Universidad Popular, en particular, tomando en cuenta los niveles de exclusión que presentaba Venezuela. Pero dónde se convierte el discurso en praxis revolucionaria, en acción transformadora, lo hace cuando tanto la UBV (en la municipalización de la educación universitaria) como todas las misiones educativas son desplegadas por el gobierno bolivariano y es asumido, no solo por ser ley, sino también por ser necesidades sentidas, pensadas y enfrentadas desde una dimensión ético-política que implica y explicita el bien del colectivo en espacios de encuentros que superan el fatalismo en el camino hacia liberación.



La Universidad Bolivariana: encuentros y desencuentros.

Aunque mi intención con este informe no es precisamente llegar a una definición sofisticada de discurso (o a una descripción de las estructuras del habla y conversación humana); es bueno tener en cuenta que los mismos parten de una construcción, de una forma de acción: “… actividad humana controlada, intencional y con un propósito…” (Van Dijk, 1997:28). Esto equivale a decir que cuando nos comunicamos, difícilmente, lo hacemos de manera accidental.

Incluso, el hecho de iniciar esta parte con una definición general de discurso puede responder a diversos motivos, en este caso la idea central es argumentar que todas las construcciones del lenguaje humano contienen esos própositos e intenciones, y que cada acto de comunicación esta sujeto a una disposición deliberada en cuanto a la estructuración de los textos, dirigida siempre a lograr lo deseado. A lo anterior, me gustaría agregar otra definición, la de contexto, que según el mismo Van Dijk, es equivalente a una interfaz que media entre los sucesos discursivos y las estructuras sociales, marcando en una relación dialéctica en torno a la posibilidad de realizar actos revolucionarios o neutros. Sencillamente, lo social moldeando al discurso y el discurso constituyendo lo social, cosa determinante a la hora de producir inmovilidades o acciones tranformadoras.

Otra aclaratoria importante antes de hablarles de mi experiencia socioeducativa, radica en reconocer que toda institución o proyecto educativo está envuelto en la propagación y divulgación selectiva de discursos, y la Universidad Bolivariana de Venezuela en virtud de concretar el ideal pedagógico de sujetos políticos, técnica y éticamente comprometidos con la construcción del Socialismo del Siglo XXI, no escapa a ésto. En ese contexto, toda acción que implique la reproducción del viejo sistema de relaciones es inconveniente y peligrosa para nuestro proceso.

Finalmente, algunos de los encuentros y desencuentros referidos en el subtítulo, comenzaron el primer trimestre del año 2006, cuando ingreso a la Misión Sucre como colaborador en el Programa de Formación de Grado Comunicación Social. Primero, me encontré ante un lenguaje que se plantea revolucionario: “Unidades Curriculares” vinculadas estratégimente a “ejes tranversales de formación” que en su dinámica fortalecerían el desarrollo de la Unidad Básica Integradora Proyecto, la columna vertebral del proceso formativo de los estudiantes y estudiantas de los PFG de la Universidad Bolivariana, misión universitaria que buscaría materializar el empoderamiento comunitario, el afianzamiento del poder popular y la formación de un profesional integral de cara a las comunidades y sus necesidades.

Encontré, en el abanico de opciones que me ofreció el joven proyecto, la oportunidad de iniciar un proceso de reflexión y crítica que progresivamente me iba distanciando de aquella formación fatalista, disciplinar y fragmentaria que caracterizó mi primera experiencia universitaria. La incorporación a discusiones, conversatorios, diplomados, actividades sociocomunitarias, conferencias, marchas y estudios de posgrado, significaron ese despertar de la conciencia revoluciona que dormía en la sangre de mi frente.

Pero también hubo, y hay desencuentros, técnicas y procedimientos que se vuelven prácticas reproductoras de relaciones despóticas e impositivas de poder. Pondré como ejemplo lo que percibí con la unidad curricular Comprensión y Producción de Textos, pues apenas me incorporaba al PFG-CS, tuve que enfrentar y luchar contra fuertes enemigos, que cuatro años despues he visto en los espacios de la UBV:

PAQUETES DE CONTENIDOS

DISCIPLINA UNIDADES CURRICULARES AUTORITARISMO

EXAMEN

Al momento de discutir los planes de evaluación, los estudiantes proponían exámenes y talleres argumentando sentirse más cómodos con esas técnicas; ya que, según la experiencia vivida, le permitía a cada persona responder por sí misma. Aunque suene tendencioso, en conversaciones y discusiones con estos jóvenes, pude oír que las actividades planificadas por nuestros docentes no iban más allá de una sencilla exposición sin derecho a réplica. Recordando a Freire, la guía o paquete de contenidos era en aquel momento lo fundamental en la práctica pedagógica de los profesores. Por ello, la reflexión, como lo dije antes, es que no podemos darnos el lujo de educar en la inmovilidad, no podemos planificar obviando las condiciones de igualdad del diálogo, de lo contrario estaríamos estableciendo relaciones autoritarias jerárquicas desde el profesorado.

Pero lo descrito previamente, sin dudas, se funda y reproduce en el autoritarismo disciplinar que atravieza todo el conjunto de relaciones educativas –reguladoras- que en función de controlar el proceso formativo terminan imponiendo las llamadas guías o paquetes de contenido a los profesores, y estos a su vez, a los estudiantes en cualquier lugar y situación. Lamentablemente, eso pasaba en los instantes cuando comencé en e la Misión Sucre, y sigue sucediendo hoy. Los Ejes y PFGs, adquirieron cierta similitud con viejas estructuras, con administraciones autoritarias y elitistas.

Una técnica que me disgustó mucho por aquellos días de estudiante sometido, y que también lo hizo en mis inicios en Misión Sucre fue el examen, la evaluación siempre punitiva y disciplinaria, que norma e individualiza al mismo tiempo. Ya Michel Foucault (1976), en su trabajo “Vigilar y Castigar” decía que la disciplina tenía un doble proceso, la manera como se presentaba la misma al aprendiz y la de cómo mantenerlo ante ese saber. Esta misma relación poder-saber contenida en el examen, la misma evaluación que conocí en mi primera formación universitaria todavía se práctica en nuestras aldeas universitarias.

Pero mi lucha continuó, en octubre del 2007, vengo a formar parte de PFG-Gestión Social del Desarrollo Local, allí ingreso como profesor a dedicación exclusiva en la Universidad y de inmediato me incorporo a un equipo de trabajo que tiene, en el proceso de municipalización, el compromiso de coordinar las actividades académico-administrativo de cinco estados orientales, una responsabilidad que me ha exigido propiciar encuentros e ir consolidando experiencias socio-pedagógicas donde se conjugan contenidos, investigación formativa e inserción social, siempre consustanciado con el plan de desarrollo nacional, y en vías de fortalecer el proceso revolucionario. Esa misma experiencia, ha potenciado aún más la preocupación que expresé antes, la necesidad de derrocar las relaciones donde unos dan ordénes y guías a otros, para convertir nuestras acciones, nuestros discursos, nuestras necesidades, nuestro lenguaje en espacios de encuentro.

Por su parte, en lo concerniente a la Unidad Básica Integradora Proyecto, en Gestión Social, me he topado con diversas contradicciones, entre los cuales es común la duda en torno a cómo lograr la integración de las unidades curriculares en función de fortalecer el impacto de Proyecto. Una de las respuestas que he oído cuando se plantea la interrogante es tan contundente como el eléboro dado a Gargantúa: “es un problema de la formación disciplinar que traemos grabado en nosotros, al comprender eso podremos cambiar”. Una respuesta tajante para una condición tan arraigada, tal vez sea como dice Freire: “no es suficiente con saber que es posible cambiar el mundo”, hay que materializar la utopía. Hay que preguntarse cuántos profesionales de la docencia están haciendo algo para evitar seguir siendo entrenadores de personas ¿Cuántos están dispuestos a distanciarse del apelativo pequeño burgués? ¿Cuántos planificamos en el encuentro con el otro? Con frecuencia he llegado a creer que el asunto es político, ético y discursivo, me explico, es carencia de buena intención, de buena disposición y buen decir.

Para seguir la marcha, quiero recordar que los discursos pueden ser instrumentos y efectos del poder, como también estrategias opuestas al mismo. Por eso, todos los días, en todas mis acciones, relaciones o encuentros he intentado trajinar por los caminos de lo que Hans Schelkshor (siguiendo la tesis de Enrique Dussel) llamó “metafísica de la alteridad”, porque apuesto, en el universo de miseria y exclusión al que nos condenaron las fuerzas imperialistas, al encuentro amoroso de los seres humanos, pero no sólo idílicamente, también radicalmente solidarios en cuanto a las exigencias del otro, a las experiencias no como simple objetivación sino como decisión moral y solidaria respecto al otro…


Referencias Bibliográficas
Apel, Karl-Otto y Enrique Dussel (2004). Ética del Discurso y Ética de la Liberación. Editorial Trotta. Madrid, España.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. (1999). Gaceta Oficial No. 36.860. Caracas.
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Freire, Paulo (2006). Pedagogía de la Indignación. Ediciones Morata. Madrid España.
Giroux, Henry (2008). La Universidad Secuestrada. Centro Internacional Miranda y Ministerio del Poder Popular para La Educación Superior. Caracas, Venezuela.
Lander, Edgardo. Compilación. (2005). La Colonialidad del Saber: eurocentrismo y ciencias sociales.CLACSO. Buenos Aires, Argentina.
Martí, José. “La Velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana en Honor a Venezuela”. New York, 1892.
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Ponce, Aníbal (2006). Educación y Lucha de Clases. Editorial Laboratorio Educativo. Caracas, Venezuela.
Presidencia del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela (2007). “Proyecto Nacional Simón Bolívar, Primer Plan Socialista de la Nación”. Imprenta Ministerio de la Cultura, Guarenas, Estado Miranda, Venezuela.

La Oposición y la Violencia


La oposición venezolana es una referencia reaccionaria antipatriótica sin ningún proyecto de vida propio, su único proyecto es defender y entregar los recursos naturales al proyecto neoliberal sustentado en el manejo y control de las empresas transnacionales cuya única misión es aplicar el modelo de Libre Mercado para la explotación y utilizar a los venezolanos como instrumento y desligados de los procesos productivos y de bienestar.

Se deduce que la oposición no toma en cuenta para nada el bienestar de los seres humanos y sus condiciones de vida, cuando dirigieron al país por cuarenta años, nos dejaron un país super endeudado con altas tasas de pobreza 45% de la población vivió en pobreza extrema con desempleo abierto de un 22% con niveles de inflación que oscilan entre 50 y 120% lo cual es un cuadro dramático socialmente, muy fuerte que genera patología y polarización social.

No hubo ninguno tipo de costo de oportunidad, es decir, sin ningún tipo de complemento socioeconómico estilo Mercal ó PDVAL, con sueldos congelados y presupuestos reducidos a la mínima funcionalidad, producto de vender el petroleo que era manejado por las transnacionales a volúmenes, situación que trajo la disminución de ingresos y de divisas para el país generando la privatización de empresa claves para el desarrollo integral y, lo poco que entraba se utilizo para pagar la deuda de corrupción y de los empresarios que pedían empréstitos en dolares a la banca internacional y lo dejaban en el exterior, y el Estado asumía toda esta situación.

Con esta posición de darle mayor ganancia de los recursos económicos del país a las elites política y económicas donde no hubo ninguna política distributiva para las grandes mayorías; sólo se benefició como ya se dijo a los grupos económicos internacionales que sustituyen capital por trabajo y el poco trabajo que se generaba era mal pagado y apenas alcanzaba para una porción mínima de la cesta básica, sin educación y salud la cual estaba casi privatizada. Por ello, se fabricó altos niveles de desigualdad creando condiciones o caldo de cultivo para generar asimetría, marginalidad y pobreza abismal.

Esto aunado a los valores que viene propiciando el capital global por sus medios de control como la televisión, Internet, creando un producto cultural que induce a los jóvenes un clima de inseguridad en resto de la población combinado con la visión competitiva individualista, economicista y poco solidaria que impulsan los medio de información global donde venden el darwinismo social, lo que importa es someter al otro por medio de la violencia.

Esta situación fue un ritual en la Cuarta República, predominó el individualismo extremo interrelacionado con el consumismo digamos como postura ideológica ó valor, consumo excesivo que no tiene como finalidad la satisfacción de las necesidades bascas del consumidor. vinculado al problema de las drogas que ha generado grupos económicos y transnacionales relacionados al poder financiero y bancario mundial, induciendo a los más jóvenes a robar cosas que predominan en el consumo de moda como es los celulares y vehículos para poder accesar al consumo de droga y hacer de esto un modo de vida porque estas cosas son bien remuneradas en el mercado subterráneo o llamado oscuro donde mucha gente vive de eso.

La Revolución Bolivariana está atacando esta situación que genera la globalización capitalista con programas educativos y culturales, proyectando la economía popular subsidiando a la alimentación, capacitando y formando a los jóvenes en la dinámica socioproductiva. Además, mejorando las cárceles y abriendo otras en el cual se les está dando oportunidad a los presos para que se preparen y estudien cuestión que en la Cuarta República no se hizo donde las cárceles eran campos de concentración.
(Germán Cabrera Brito)